Por: Luís Estrella.
Una tarde de tantos años vividos.
Una tarde que nuestro corazón vibra de alegría.
Una tarde donde la vida ahora tiene más sentido.
Una tarde donde ya es nuestro lo que siempre fue.
Una tarde que nos trajo tranquilidad.
Una tarde que nos ofreció seguridad.
Una tarde que simboliza esperanza.
Una tarde de felicidad para nuestras familias.
Una tarde que siempre será recordada por nuestras generaciones.
Una tarde que se inclina reverente ante un gran ser humano.
Una tarde que simboliza sensibilidad y vocación de servicios.
Una tarde para disfrutar un breve momento.
Una tarde de gratitud y de amor.
Una tarde que nos funde con un ser excelso y solidario.
Una tarde que produce un giro en nuestras vidas.
Una tarde de celebración para los parceleros de Payita.
Una tarde que será inolvidable, porque en ella se fundió el cielo con la tierra.
Una tarde donde la nobleza de un gobernante se condunde con la esperanza de los humildes.
Una tarde de tantos años vividos.
Una tarde que nuestro corazón vibra de alegría.
Una tarde donde la vida ahora tiene más sentido.
Una tarde donde ya es nuestro lo que siempre fue.
Una tarde que nos trajo tranquilidad.
Una tarde que nos ofreció seguridad.
Una tarde que simboliza esperanza.
Una tarde de felicidad para nuestras familias.
Una tarde que siempre será recordada por nuestras generaciones.
Una tarde que se inclina reverente ante un gran ser humano.
Una tarde que simboliza sensibilidad y vocación de servicios.
Una tarde para disfrutar un breve momento.
Una tarde de gratitud y de amor.
Una tarde que nos funde con un ser excelso y solidario.
Una tarde que produce un giro en nuestras vidas.
Una tarde de celebración para los parceleros de Payita.
Una tarde que será inolvidable, porque en ella se fundió el cielo con la tierra.
Una tarde donde la nobleza de un gobernante se condunde con la esperanza de los humildes.
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